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Luisa Elena Betancourt, quien se instaló definitivamente en la isla en 2016, comparte pinturas y fotografías que buscan promover la conservación del espacio marino para las futuras generaciones

Inspirada en el mar y agradecida con el país que la acogió, la artista venezolana Luis Elena Betancourt presentó el pasado 9 de marzo su tercer libro titulado Aruba Marine Life.

La obra consta de 280 páginas y recoge las imágenes de especies marinas captadas a través del lente de la cámara de Betancourt, de 77 años de edad.

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Desde las instalaciones de la Biblioteca Nacional de Aruba, la artista expuso su relación con el mar y su integración como inmigrante con el pueblo arubeño. Además, uno de los salones sirvió para exponer simultáneamente su colección de seis cuadros hechos con pintura acrílica, que deja en evidencia su pasión por el arte posmoderno y su inspiración en el intenso azul del mar.

Luisa Elena Betancourt se considera una artista multidisciplinaria. Nacida en Caracas, recibió la Beca Fulbright (1990) en Venezuela y cursó una maestría en Bellas Artes (MFA) de la Universidad Estatal de Washington (1992). Vive y trabaja en la isla de Aruba desde hace 30 años.

“Exploro mi identidad cultural a través de coloridas pinturas acrílicas. Al mismo tiempo, trabajo en pequeñas obras autobiográficas intimistas que reflejan un momento significativo de mi vida”, cuenta en entrevista para Crónicas del Caribe.

En Aruba Marine Life, la creadora venezolana describe el significado de los corales marinos y los peces, así como la importancia de cuidar la fauna marina para garantizar el futuro turístico de la isla. “Me di cuenta de que el mar para mí siempre fue un atractivo desde que estuve en Venezuela”, admite.

Por qué pasar penurias en Venezuela

Betancourt solía viajar a la isla de Aruba desde Maracaibo, capital del estado Zulia. A pesar de ser caraqueña, gran parte de su vida se desarrolló en el occidente de Venezuela.

Junto con su esposo y sus hijos, viajaba con frecuencia para disfrutar del paradisíaco mar de Aruba. Un trayecto de tan solo 20 minutos por avión. Con el tiempo, la familia compró un inmueble en la isla para convertirlo en su casa de recreación y vacaciones.

Sin embargo, la emergencia humanitaria compleja y la violencia criminal que azotan a Venezuela, la llevaron a tomar la decisión de emigrar a Oranjestad en 2016.

“Cuando iniciaron las fallas de servicios públicos en Maracaibo, mi esposo, que está enfermo, y yo nos preguntamos: ¿por qué pasar penurias en Venezuela teniendo una casita en Aruba? En Venezuela pasan horas sin luz eléctrica y sin agua, yo no puedo vivir a mi edad en una Venezuela caótica” señala.

Bentancourt había fundado en Valencia, Carabobo, un centro de Arte Contemporáneo para dar clases teóricas sobre el arte moderno y postmoderno. Luego de que egresó de la Universidad Estatal de Washington, impartió sus conocimiento a un grupo de más de 50 artistas venezolanos, pero en las actuales condiciones ya no podía continuar con este proyecto formativo.

“Mi interés era actualizar a los artistas venezolanos, pero las cosas en el país cambiaron, dejamos de recibir un subsidio importante y mi esposo se enfermó, la política llegó a generar mucho conflicto”, añade.

Una nueva etapa artística

Betancourt dice que en la isla ha mantenido un “muy bajo perfil”. A pesar de su trayectoria en Venezuela, prefirió dedicar años a la fotografía, la pintura, el snorkel y la atención médica hacia su esposo.

“Cuando un artista llega a cierta edad, no solo es el hecho de seguir produciendo y meter los cuadros en un cuarto, esas cosas pareciera que después de 35 años de carrera ya no me interesan tanto. A esta edad lo único que me interesa es poner mis escritos en orden, encuentro muy satisfactorio el hacer libros”, confiesa.

Durante cinco años, el tubo respirador, las gafas, el traje de buceo, las paletas de natación, y una cámara Olympus Tg4 fueron las herramientas principales de Betancourt. Tras fotografiar la fauna marina, estampaba con pintura acrílica lo que registró en su memoria y en el rollo fotográfico en su pequeño taller, su lugar preferido en casa.

“Fotografiaba todo lo que se me movía, no solamente los peces, sino también los corales suaves y duros. La vida marina es mucho más interesante. A veces tenía que adelantarme al movimiento rápido de los peces para poder capturarlos”, recuerda con alegría.

La aventura arrojó como resultado más de 5 mil imágenes y fue entonces cuando decidió regalarle a la isla un libro.

Por cuenta propia

“Consideré la opción de publicar un libro y evalué como podría hacerlo por mi propia cuenta. Busqué una editorial muy interesante radicada en Perú, conformada por venezolanos, y para mi sorpresa ya sabían de mí”. Se trata del grupo editorial independiente Ígneo, que selló la obra de su compatriota.

Durante el proceso de maquetación y lanzamiento del libro, Betancourt aclara que no acudió a instancias gubernamentales en la isla, considerando que atraviesan una pequeña crisis económica producto del cierre de fronteras con Venezuela y por la pandemia.

Fue un regalo para Aruba, no pedí ningún tipo de subsidio. Aquí dejó de entrar dinero de un día para otro. La economía es básicamente turismo, no produce cosas propias para autosustentarse, entonces, al no haber el turismo, consideré no pedir nada”, subraya.

Imprimió mil ejemplares. Cada uno pesa 1,60 gramos, lo que ahora dificulta el envió hacia otros países. Por ende, consideró la maquetación del ejemplar en digital para ser distribuido a través de Amazon. No obstante, los ejemplares no se quedarán en su taller, Betancourt tiene un plan mucho mejor.

Donaciones

Más de 70 centros educativos, desde preescolar hasta universitaria, recibirán ejemplares para fortalecer la cultura del ciudadano arubeño con el mar. Para la escritora venezolana, “el futuro de Aruba está en el mar y sus corales, si no lo cuidan no habrá futuro”.

Betancourt tiene previsto reunirse con el Ministro de Educación y visitar las escuelas para impartir charlas sobre el cuidado del mar y sus especies. “Es importante que los jóvenes que no tienen oportunidad de ver esto bajo el mar, puedan verlo en mis paginas”, concluye orgullosa.

Jhonattam Petit

Crónicas del Caribe


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