Massimiliano Ranieri Covorso, uno de los aliados de Tareck El Aissami, fue el primero en escapar. Massimiliano, de 47 años, es un ítalo-venezolano que vivía en Mérida. Según se dice, fue uno de los primeros en escapar, después de que El Aissami le avisara que habían descubierto su plan para quitarle el poder a Nicolás Maduro y su red de corrupción en PDVSA, Minas de oro, Cripto, CVG, importaciones y exportaciones. Massi, como le dicen sus amigos, se hizo amigo de TEA cuando este fue expulsado de la escuela naval militar venezolana. La familia de TEA se mudó a Mérida por problemas económicos y alquilaron una casa al final de la urbanización La Hacienda Belenzate, donde vivía Massi con sus padres. Mientras TEA estudiaba en la ULA, Massi trabajaba en el restaurante familiar La Campana, junto a su hermano mayor Walter Ranieri Covorso y su padre Sergio Ranieri. Los fines de semana, ayudaba a su compinche a recibir a personajes de la política estudiantil, que lo llevarían a ser presidente de la FCU – ULA. La Campana era el lugar donde se conspiraba contra el gobernador Florencio Porras y se negociaban las comisiones a cobrar a los empresarios de la construcción por las obras de la gobernación. Uno de los principales aliados era el falso empresario argentino venezolano Julio Marcolli, quien también está siendo investigado internacionalmente. La familia El Aissami no pudo pagar la casa por mucho tiempo y se mudaron a la urbanización San Antonio. TEA y Massi siguieron siendo amigos y más tarde Massi se convirtió en el padrino del hijo mayor de TEA. Ahora se llaman compadres. En el restaurante se veían con frecuencia ciudadanos margariteños de origen árabe, que se reunían con el ya presidente de la FCU y luego iban a las discotecas más famosas de la ciudad como “la cucaracha” y otros centros nocturnos.
Cuando El Aissami llegó al poder, los Ranieri empezaron a prosperar rápidamente, ante la vista de todos los merideños. Ya no solo eran dueños del restaurante, sino que tenían las mejores obras del estado, viajaban en aviones privados, eran dueños de fincas, hacían grandes obras privadas, con la ayuda de Feraz el Aissami, que se había apoderado de los registros y notarías del estado y decía tener más poder que el gobernador. Lograron apropiarse de terrenos públicos para construir obras privadas. Los Ranieri se expandieron al mundo de las discotecas, la industria hotelera, el comercio de materiales de la CVG con la ayuda de su amigo Pedro Maldonado, el sector energético, sin dejar de lado su pasión por la cocina italiana y su fábrica de pufs. La familia inauguró la discoteca bar Bragus 5001, el Gastrobar y varios restaurantes lujosos. La Torre BLUE fue una obra que violó las normas urbanísticas pero obtuvo permiso para su construcción, afectando la belleza de esta ciudad. Más tarde, el clan Ranieri transformó la torre en un hotel de lujo. A estas obras se suman un parque telemático y el Centro Comercial Las Américas, según La Patilla.
Con el ascenso de TEA a la vicepresidencia, los Rairnieri viajaban más seguido a la Capital, donde extendieron su imperio. Sin embargo, las sanciones impuestas por EE.UU. en febrero del 2017 a TEA por la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC) y las sospechas hasta ahora sobre sus vínculos con el narcotráfico y el terrorismo pusieron bajo la mira de la Administración para el Control de Drogas (DEA) y las autoridades europeas los movimientos financieros e inversiones inmobiliarias del clan Ranieri, que tenían como centro Europa y algunas transacciones realizadas en sus viajes a Estados Unidos. Los destinos más frecuentes de Massimiliano eran Turquía, Francia, España, el Reino Unido y por supuesto, Italia, donde el padre de los Ranieri habría registrado en el 2017 el CONSORCIO RECUPERI ENERGETIC OIL S.P.A, que abarca desde transporte marítimo, terrestre, importaciones, exportaciones de todo tipo de hidrocarburos. Aunque está acogida al régimen fiscal de los multimillonarios en Italia, la empresa está bajo el radar de las autoridades por no tener activos físicos, pero sí numerosos movimientos financieros. Los últimos meses, Massimiliano se habría dedicado a la campaña presidencial de su compinche, con la misión de captar empresarios relacionados con el sector alimentario y empresas nacionales e internacionales de hidrocarburos. Despreciaba abiertamente la figura de Nicolás Maduro y su incapacidad para gobernar el país, mientras se presentaba como un gran hombre de la derecha venezolana, representante del sector que dirigiría TEA en la presidencia. Hoy se encuentra en Italia con las cuentas llenas en varios paraísos fiscales y habría sido el más beneficiado por el aviso para que huyera. Abandonó sus negocios en Mérida, despidió a muchos de sus empleados y maneja todo con mucho cuidado, mientras los merideños sufren en las colas de la gasolina y la nueva escasez causada por esta banda criminal.