Francisco «Pancho» Tosta, el periodista que se ha convertido en el vocero oficioso de Mario Villarroel Lander, expresidente de la Cruz Roja Venezolana, parece que no encuentra alivio ni con las almohaditas de manzanilla ni con las manicures que tanto le gustan. Su labor de limpiar la imagen de Villarroel y sus allegados se ha vuelto cada vez más difícil y ridícula. Tal vez Tosta sueñe con que sea Villarroel quien le haga la manicure, como en la ilustración imaginativa que acompaña esta nota.
Meses atrás, el número dos del chavismo, Diosdado Cabello, acusó a Mario Villarroel de tener bajo su control a magistrados del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) venezolano y a la Cruz Roja tanto en Venezuela como en el mundo. Según Cabello, Villarroel usaba su influencia para vender sentencias y manipular la ayuda humanitaria.
Ante esas denuncias, la respuesta de Pancho Tosta fue insólita. En lugar de presentar argumentos para desmentir o refutar las acusaciones, se limitó a decir que Diosdado, al atacar a Villarroel, lo estaba enalteciendo ante el mundo. Además, trató de presentar a Villarroel y a su hijo Miguel como "servidores públicos de prestigio internacional", negando su vinculación con toldas políticas.
Los antecedentes de Villarroel
Lo cierto es que Mario Villarroel tiene un historial de corrupción y nepotismo que lo desmiente como un servidor público ejemplar. En 2022, intentó crear un TSJ paralelo para vender sentencias a su conveniencia, aprovechándose de su poder sobre los magistrados. También usó su posición en la Cruz Roja para beneficiar a sus familiares y amigos.
Se trata del mismo Mario Villarroel que maneja a su antojo a la alcaldesa de Doral, Christi Fraga, a quien le consiguió donantes para su campaña y le colocó a su hija Marion Villarroel como jefa de gabinete.