María Corina Machado ganó el Premio Nobel de la Paz de este año por su incansable lucha para restaurar la libertad en Venezuela y derrotar al régimen autoritario de Nicolás Maduro. Observadores internacionales dicen que su partido, ganó abrumadoramente las elecciones del año pasado, pero Maduro se ha aferrado al poder. Aquí, Machado, la “Dama de Hierro” de su nación, escribe desde la clandestinidad para explicar por qué el dictador debe irse —y por qué el presidente Trump merece agradecimiento por su intervención.
Un cartel criminal se ha apoderado de mi país, y su alcance ahora se extiende a los Estados Unidos.
Cualquiera que crea que esto es “solo otro régimen autoritario” está peligrosamente equivocado.
Esto es crimen organizado en el poder, armado y financiado por los enemigos de Estados Unidos.
En todo el hemisferio, grupos narco-terroristas y los dictadores que los protegen están luchando por obtener más control.
Debilitan las democracias, envenenan nuestras sociedades y apuntan directamente a Estados Unidos.
En ningún lugar esto es más claro que en Venezuela.
Mi país fue una vez el más próspero de América Latina: rico en petróleo, gas, minerales raros, agricultura y biodiversidad incomparable.
Nación “secuestrada”
También fuimos una democracia orgullosa y estable que acogía a millones que huían de la guerra y la miseria.
Todo eso se quebró cuando el Cártel de los Soles secuestró el Estado hace casi 27 años.
Sus jefes —Nicolás Maduro y su círculo íntimo— están acusados de crímenes de lesa humanidad y otras atrocidades graves.
Gobiernan el país como los mafiosos controlan un territorio: mediante el miedo, la tortura y la destrucción sistemática de los pilares democráticos de la nación.
Vendieron nuestra soberanía a socios extranjeros: la Cuba de Castro, guerrillas colombianas, Irán, Rusia —y recibieron miles de millones en financiamiento de China.
Silenciaron a la prensa, expropiaron propiedades, persiguieron opositores y construyeron una maquinaria de fraude electoral diseñada para mantenerlos en el poder para siempre.
Convirtieron la migración en un arma y obligaron a uno de cada tres venezolanos a huir de su país.
Y desde el principio, vieron a Estados Unidos no como un poder lejano, sino como su objetivo principal.
Como no pueden enfrentar militarmente a Estados Unidos, lo atacan asimétricamente: contrabandeando narcóticos a barrios estadounidenses, difundiendo desinformación para dividir a los estadounidenses, pagando cabilderos para distorsionar la política estadounidense, respaldando regímenes hostiles y desatando grupos criminales como el Tren de Aragua en toda la región.
También han cedido territorio venezolano a organizaciones terroristas y agentes de Irán, dando a los adversarios de Estados Unidos un refugio seguro a pocas horas de sus costas.
Esta red ya está desestabilizando ciudades y democracias en toda América Latina, y su alcance se está expandiendo hacia el norte.
El presidente Donald Trump entiende esta amenaza tal como es.
Acción decisiva
Ha actuado de manera decisiva cortando las fuentes financieras del cartel, fortaleciendo la presencia estadounidense en el Caribe y aplicando intensa presión sobre Maduro y su círculo para mover a Venezuela hacia la transición que su pueblo mandató.
Estas medidas defienden los intereses de ambas naciones.
Algunos afirman que una acción decisiva podría crear inestabilidad o provocar más migración.
Pero la inestabilidad ya ocurrió, y la migración ya se ha producido.
Casi 9 millones de venezolanos han huido de nuestro país, un éxodo mayor que el de Siria o Ucrania.
Esta catástrofe es el resultado directo de una guerra que Nicolás Maduro declaró contra su propio pueblo.
El objetivo ahora es claro: poner fin a esa guerra y permitir que los venezolanos regresen a casa de una vez por todas.
Otros advierten que Venezuela podría convertirse en “otro Irak o Libia” si cae el cartel.
Esa comparación se derrumba cuando consideras el hecho más importante: el pueblo venezolano.
Somos una sociedad unida, sin fracturas tribales o sectarias.
Somos una nación pacífica y moderna con una larga cultura democrática y profundos lazos históricos con Estados Unidos.
Nuestra identidad se construyó sobre instituciones, vida cívica y un espíritu abierto hacia el mundo —exactamente lo contrario de la estructura criminal que ha secuestrado nuestro Estado.
En julio de 2024, pese a todos los obstáculos que impuso el cartel, los venezolanos derrotaron a Maduro en las urnas por 67% contra 30%.
Esa victoria fue documentada mediante tecnología, organización cívica y evidencia abrumadora.
La mayoría de nuestras fuerzas militares y policiales apoyan ese mandato democrático.
El pueblo venezolano ya ha ordenado una transición de poder.
Un gobierno legítimo espera
La verdad es simple: Venezuela ya tiene un gobierno legítimo elegido por su pueblo.
Lo único que se interpone entre los venezolanos y la libertad es un sindicato narco-terrorista aferrado a un poder robado.
Por eso las medidas de la administración Trump no empujan a Venezuela hacia el caos.
Nos mueven hacia el futuro que los venezolanos votaron, y hacia un hemisferio más seguro y estable.
Nuestros intereses avanzan en la misma dirección: un beneficio mutuo para ambas naciones.
Una Venezuela libre transformará nuestro país de un centro criminal al motor energético de las Américas, un aliado estratégico en el desmantelamiento de redes narco-terroristas, y una frontera extraordinaria para la inversión estadounidense en energía, infraestructura, tecnología y agricultura.
Y en el momento en que llegue la libertad, cientos de miles de venezolanos comenzarán a regresar a casa, aliviando la presión en toda la región y restaurando la dignidad de nuestras familias.
Una Venezuela libre fortalece a Estados Unidos, protege al hemisferio y nos hace a todos más seguros, fuertes y prósperos.
Los venezolanos ya han hecho lo imposible.
Ahora debemos terminar lo que comenzamos —juntos.

¡Participe en las actividades de tenis de playa en Aruba!...


Tauro's Esthetic Center. Santa Helena Straat #D, Oranjestad, Aruba. +297 583 7280

Desenmascaran la trama de desfalco, corrupción e impunidad que involucra en Venezuela a Raúl Gorrín y Gustavo Perdomo, cómplices de la extesorera nacional Claudia Diaz Guillén

Los problemas de César Omaña con la justicia de Estados Unidos y de otro también aliado del opositor venezolano Leopoldo López

