La reciente destitución de Mario Villarroel de la presidencia de la Cruz Roja venezolana, por decisión del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) de Venezuela, ha vuelto a poner al descubierto las turbias operaciones de uno de los abogados más poderosos y corruptos de Venezuela. Villarroel, quien ha sido acusado de manipular el TSJ y de servir como testaferro de políticos y magistrados con fortunas mal habidas por la corrupción, también ha ocultado parte de su riqueza en Suiza, usando su posición en la organización humanitaria. Pero no estaba solo en sus maquinaciones. Tenía un aliado fiel y cómplice: el periodista Nelson Bocaranda.
Un asesor comunicacional y político
Bocaranda, quien es recordado en Venezuela por su columna de chismes Runrunes y su programa de radio, ha trabajado durante años como asesor comunicacional y político de Villarroel. De hecho, cuando Bocaranda vivía en Caracas, solía reunirse con Villarroel todos los días por lo menos una hora o una hora y media, a puerta cerrada, en su casa, al comenzar la mañana. Era allí donde establecían su estrategia, su agenda, sus acciones a tomar. Bocaranda era el que ayudaba a Villarroel a forjar su imagen como un abogado respetable e influyente, que tenía conexiones con las más altas esferas del poder tanto dentro como fuera de Venezuela. También era el que defendía a Villarroel de cualquier crítica o acusación, usando sus plataformas mediáticas para difundir mentiras y desinformación.
Un beneficiario del dinero sucio
Bocaranda no solo era un colaborador de Villarroel, sino también un beneficiario de su dinero sucio. Bocaranda recibía generosos pagos de Villarroel por sus servicios, que le permitían mantener un estilo de vida lujoso y viajar frecuentemente al exterior. Bocaranda también disfrutaba de los privilegios y favores que Villarroel obtenía de sus clientes, que incluían a algunos de los más notorios funcionarios corruptos de Venezuela. El periodista era parte de la mafia que Villarroel lideraba desde hace años, lucrando con la miseria y la injusticia que han azotado a Venezuela.
Ahora que Villarroel ha sido destituido de la presidencia de la Cruz Roja, después de que una investigación revelara maltrato a trabajadores de la institución por parte de Villarroel y se denunciara además su participación en el ocultamiento de fondos mal habidos y en la manipulación corrupta de la justicia, Bocaranda ha tratado nuevamente de maquillarle el rostro al abogado e intentado convertirlo en un «perseguido político» del régimen de Venezuela, sin reconocer su propia responsabilidad en encubrir la conducta gansteril de Villarroel. Pero la verdad es que Bocaranda es tan culpable como Villarroel, y su actitud es una señal de complicidad, ante los desmanes del expresidente de la Cruz Roja venezolana.