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La crisis venezolana se vio sacudida en la semana del 17 de septiembre de 2024 por la irrupción de un personaje controversial: Erik Prince, el multimillonario estadounidense fundador de la empresa militar privada Blackwater. Prince lanzó una página web bajo el nombre “Ya casi, Venezuela”, iniciando una campaña de recaudación de fondos que generó especulaciones sobre una posible operación armada contra la administración de Nicolás Maduro.

El lunes 22 de septiembre, al finalizar una cuenta regresiva que mantuvo en vilo a muchos venezolanos, Prince publicó un breve mensaje: “Llegó el momento de votar con dólares”. La expectativa de una acción inmediata se vio frustrada, pero la web comenzó a recibir donaciones. En pocos días, según la propia página, se recaudaron más de 900.000 dólares, aportados por unas 15.000 personas.

La iniciativa cuenta con el respaldo de algunos actores venezolanos en el exilio, pero no ha habido pronunciamientos oficiales por parte de líderes opositores en Venezuela ni del gobierno de Estados Unidos. La campaña permite donaciones en moneda convencional y criptomonedas, con una meta aparente de 10 millones de dólares, según el registro de la web. Sin embargo, la falta de transparencia sobre los objetivos específicos de la recaudación ha generado dudas y suspicacias.

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Para algunos, la sola presencia de Prince, con su historial en Blackwater, sugiere que la iniciativa se relaciona con operaciones directas. Argumentan que el magnate no necesita dinero y que su figura implica acciones más allá de una simple colecta.

Las sospechas de una intervención mercenaria y las dudas sobre su viabilidad

Recientemente, Prince había solicitado al gobierno estadounidense que aumentara la recompensa por la captura de Maduro a 100 millones de dólares, lo que alimentó la hipótesis de que “Ya casi, Venezuela” podría estar destinada a un fin similar. Los comunicados iniciales de la campaña hablaban de una “lucha por la libertad”, lo que para algunos analistas venezolanos suena a una posible intervención mercenaria.

“Yo, particularmente, creo que es una estafa”, comentó a El Confidencial un analista venezolano que prefirió mantener su anonimato por temor a represalias. Considera que la idea de una intervención mercenaria es un delirio alimentado por la ficción y la desesperación de la situación venezolana. La compara con la promesa del gobierno de Trump de tener “todas las opciones sobre la mesa”, que se materializó en el fallido intento de incursión conocido como Operación Gedeón en 2020.

El analista cree que la mayoría de los venezolanos desconfía de la propuesta de Prince, aunque reconoce que algunos han realizado donaciones. Para él, una invasión o una operación de extracción, sea mercenaria o no, no es la solución a la crisis política del país.

Juan Luis Modolell, analista venezolano y profesor de Derecho Penal en la Universidad Alberto Hurtado de Chile, también duda de la viabilidad de la iniciativa. “Es muy difícil imaginar un escenario en el cual los países de la región avalen una intervención de esa naturaleza”, señala Modolell. Considera que la idea se asemeja más a un guion de Hollywood que a un proyecto realista.

Las implicaciones legales y geopolíticas de una intervención en Venezuela

Modolell advierte que incluso si la campaña de Prince tuviera éxito en derrocar la administración gobernante en Venezuela, el futuro del país quedaría en manos de un grupo que opera al margen del derecho, lo que podría empeorar la situación. “Y, como bien sabemos los venezolanos, los países nunca tocan fondo, siempre pueden empeorar”, afirma.

Desde el punto de vista del Derecho Internacional, la intervención de un grupo mercenario en un país, incluso con un fin loable, carece de justificación. La comunidad internacional se muestra reticente a avalar este tipo de acciones, ya que sentaría un mal precedente y pondría en entredicho el monopolio estatal de la violencia.

Además, cualquier operación armada se enfrentaría no solo a la oposición del Ejército venezolano, sino también a la de sus aliados internacionales. “Los rusos también juegan. Venezuela cuenta con apoyo armamentístico y aliados internacionales en absoluto desestimables”, sentencia Modolell.

La falta de detalles sobre la iniciativa de Prince alimenta las dudas. El 25 de septiembre, en una entrevista con la emisora colombiana W Radio, Prince aseguró que los fondos recaudados están siendo auditados por un fiscal estadounidense y que el objetivo es eliminar las “raíces podridas” del Gobierno venezolano. También mencionó que la información de contacto proporcionada por los donantes se utilizará para inteligencia, lo que generó aún más interrogantes entre los opositores.

Las motivaciones de Erik Prince y su trayectoria en Blackwater

Las motivaciones de Prince para impulsar “Ya casi, Venezuela” son objeto de especulación. Algunos creen que podrían ser políticas, dado su historial y sus conexiones con el Partido Republicano en Estados Unidos.

Erik Prince, nacido en 1969 en Michigan, proviene de una de las familias más ricas de Estados Unidos. Su padre, Edgar Prince, fue un magnate de la industria automovilística y dueño de una compañía valorada en más de 1.000 millones de dólares, que Erik heredó en 1995.

Un año después, Prince vendió la empresa familiar por más de 1.300 millones de dólares e invirtió parte de esa fortuna en fundar Blackwater, hoy conocida como Academi. Con su experiencia militar en los cuerpos de élite de la marina estadounidense y sus contactos en Washington, Prince convirtió a Blackwater en una de las empresas militares privadas más importantes del mundo.

Blackwater ganó notoriedad y controversia durante la guerra de Irak, al obtener contratos millonarios con el gobierno estadounidense y ser acusada de violaciones a los derechos humanos y crímenes de guerra. El caso más emblemático fue la masacre de Bagdad en 2007, en la que 17 civiles murieron durante una operación de Blackwater.

El controvertido mundo de las empresas militares privadas y la influencia de Prince

Las empresas militares privadas como Blackwater han estado en el centro del debate durante años. Al no estar sujetas a las mismas regulaciones que los ejércitos regulares, su funcionamiento presenta vacíos legales y plantea interrogantes sobre su accountability. A pesar de las controversias, muchos militares prefieren trabajar en estas empresas, atraídos por los altos salarios, el mejor equipamiento y las mayores medidas de seguridad.

Prince sigue vinculado al sector de la defensa y la seguridad en Estados Unidos, donde ejerce influencia en los círculos republicanos. Ha financiado campañas de legisladores conservadores y su hermana, Betsy DeVos, fue secretaria de Educación durante el gobierno de Donald Trump. Estas conexiones políticas alimentan las sospechas de que “Ya casi, Venezuela” podría responder a intereses que van más allá de la liberación del país sudamericano.

Para dar legitimidad a su campaña, Prince se ha rodeado de figuras reconocidas de la oposición venezolana en el exilio. Uno de ellos es el teniente coronel de aviación retirado Guillermo Beltrán Vielma, quien ha expresado su apoyo a la iniciativa a través de un video en redes sociales. “Si el mundo libre y democrático no termina de ayudarnos, ¿por qué los venezolanos deberíamos quedarnos de brazos cruzados? Hoy, más que nunca, necesitamos venezolanos patriotas, valientes y dispuestos a colaborar por un cambio verdadero”, señaló Beltrán.

Los rostros de la oposición venezolana que apoyan “Ya Casi, Venezuela”

Otro de los rostros visibles que respaldan la campaña de Prince es el excomisario de Caracas Iván Simonovis, quien pasó 15 años en prisión y actualmente se encuentra en el exilio. A través de videos publicados en internet, Simonovis ha defendido “Ya casi, Venezuela” con vehemencia: “Todos los que estamos fuera de Venezuela, tenemos el compromiso de mente y de corazón de acabar esta dictadura, por los medios que sea. Venezuela es el epicentro de la desestabilización de todo el continente”.

Sin embargo, el miércoles 18 de septiembre, Simonovis comenzó a distanciarse de la iniciativa, asegurando que su rol se limita a ser un “espectador” de las acciones de Prince. Esta retractación parcial generó nuevas dudas sobre la transparencia y los verdaderos objetivos de la campaña.

Hasta el momento, la líder opositora María Corina Machado y su entorno no se han pronunciado sobre “Ya casi, Venezuela”. La falta de apoyo explícito por parte de figuras clave de la oposición genera incertidumbre sobre el alcance y la legitimidad de la iniciativa.

El gobierno venezolano, por su parte, no ha tardado en reaccionar. Diosdado Cabello, ministro del Interior, ha calificado la campaña de recaudación de fondos como una “estafa” y ha acusado a Prince de estar detrás del tráfico de armas destinado a desestabilizar al Ejecutivo. “El negocio no es Venezuela, sino levantar un dinero para robárselo mientras ven la posibilidad de causar daños dentro del país sin que ellos arriesguen mucho”, criticó Cabello.

El Silencio de Washington y la Incertidumbre sobre el Futuro de la Iniciativa

En medio de la creciente tensión en Venezuela, el gobierno de Estados Unidos ha mantenido silencio frente a la campaña “Ya casi, Venezuela”, que se impulsa desde su propio territorio. Esta falta de pronunciamiento oficial genera interrogantes sobre la postura de Washington ante una posible intervención privada en el país sudamericano.

La opacidad de la iniciativa, la falta de claridad sobre sus objetivos y las controversias que rodean a Erik Prince han generado un clima de desconfianza y escepticismo en torno a “Ya casi, Venezuela”. Si bien algunos venezolanos en el exilio han depositado sus esperanzas en la campaña, muchos otros la ven con recelo, temiendo que se trate de una nueva frustración o, incluso, que pueda agravar la crisis política y social que atraviesa el país.

El futuro de “Ya casi, Venezuela” es incierto. La posibilidad de una intervención mercenaria en Venezuela, un escenario que parecía sacado de una película de Hollywood, se ha convertido en un tema de debate, generando incertidumbre y preocupación tanto dentro como fuera del país.


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